Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://janicejkvq002447.actoblog.com/39315585/la-verdad-detrás-del-cabezazo-de-zidane